Decía Joaquín Sabina "No hay nostalgia peor que añorar lo que nunca jamas existió. No hay nostalgia peor que añorar lo que nunca jamás sucedió".
Esta cita quedó tatuada en mi mente mientras leía un mantel ecológico, desayunando.
En aquellos tiempos los publicitarios modernos, esos que pasean sus chaquetas de entretiempo por los lugares de moda de las ciudades más cosmopolitas. Esta gente tan envidiada estaba estancada, cómo si un virus unánime les hubiera afectado a todos ellos, a su grandilocuente creatividad... Asustados, y sin conocer el similar momento que atravesaban sus compañeros, comenzaron a pensar (más que nunca) cómo poder combatir ese germen de la desidia que se había instalado en ellos, que mataba poco a poco su creatividad y hacía que sus puestos de trabajo (muy bien remunerados, por cierto) peligrasen peligrosamente. Fueron con cuidado, algunos dejaron las drogas por un tiempo... estaban realmente preocupados.
De repente, y cómo si todos se hubiesen puesto de acuerdo, dieron con la nueva ola de la publicidad, una nueva forma de hacer de la televisión el arma de siempre... una mortífera amansadora de cerebros, imparable. Conscientes de su poder, consiguieron encontrar remedio a sus estúpidas y evidentes ideas pasadas. Habían dado con la clave, ya sabían cómo mantener sus vidas sustentadas por la apariencia.
Dejaron atrás aquellos estúpidos 30 segundos de absurdas premisas a veces sustentadas por vistosas animaciones de ordenadores potentes cómo balas. Ahora iban a dar un giro a esas cápsulas de consumismo.. ahora ya no venderían nada... eso es, nada de nada.
Ahora se vende humo disfrazado, ese humo alimenta una de las condiciones humanas más asequibles... las emociones.
Ahora se venden sentimientos, se vende añoranza por momentos que obligan a los sufridores televidentes a desear. Momentos digo, exprimen esos 30 segundos hasta conseguir que un señor de 42 años que vive en un pueblo de Soria desee irreprochablemente poseer una embarcación modesta usada antaño para la pesca pero que esta vez estaría tripulada por tres o cuatro sonrientes amigas en bikini. Por ejemplo.
Emociones. eso es... habían dado con la clave. No se si fueron todos a la vez, si fue un visionario cuyos delirios fueron copiados por ese ejército de chaquetas modernas y zapatos divertidos.
Pero creo que lo estoy exagerando todo, puede que esté estimando demasiado esos cerebros cuya gasolina se repuesta en los baños de lugares dónde beber es un lujo que sólo unos cuántos pueden permitirse. Puede que sólo sea una moda pasajera, cómo tantas ha habido. Si no es así, me quito el sombrero que nunca llevo ante todos ellos y les doy las gracias por hacer de mis momentos televisivos momentos fabricados por breves cápsulas peligrosas y que seguro ha renovado muchos contratos... y es que después de todo, de lo que hablamos es de dinero y de cómo hacer que fluya.
Hace mucho que no me enfrentaba al teclado, casi tanto cómo mis ganas de hacer certero el rumboso teclear de mi mano derecha.
Para no perder la costumbre, y aunque cada vez sean menos los que se pasean por aquí, despido esta absurda entrada con una canción... el contrapunto a todo este sinsentido que ha servido para retomar la fuga de tanto pensamiento efímero...
Situacionémonos de nuevo, o no.
Facundo Bonilla.
MANOS DE TOPO:::: AHHHHHH; Situacionémonos de nuevo...CRB
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