20110109

Sospechosos habituales


Después de la inexcusable tormenta anual de sonrisas forzadas, intercambios insípidos y demás obligaciones tengo que sacar algo de mi mente... una idea que se empezó a gestar en mis pensamientos y creo que ha llegado la hora de dar a luz antes de que me estalle la cabeza.

Se trata de una ironía, de una paradoja que cuanto más estorbaba mis pensamientos más siniestra se tornaba. Una idea muy simple, demasiado simple para ser una mera casualidad.

Desde hace tiempo no ha podido escapar a mi curiosidad el peligroso juego lingüístico que rodea el consumismo de la potencia de potencias, el país más poderoso, al menos así lo siguen vendiendo, que existe. Para los Estados Unidos de América el consumo es uno de los motores económicos, por extensión la deuda le acompaña con grilletes destinados para todo aquel que decida seguir el hacinado calendario que incita al despilfarro en ese país.
El consumo en si es un acto al que se le ponen toda clase de facilidades pero que una vez concebido sólo acompaña dos pasos, el primero es que la persona que ha comprado un objeto se lo quede o lo regale a otra persona.

Ahora empieza lo increíble de todo este sin sentido. En estas dos opciones puede que resida una fantasmagórica conspiración para que el ciudadano medio anglosajón no tenga conciencia de sus actos, del gasto, del malgasto, del consumo, de la deuda... del sinsentido.

Analizando la primera opción descubrimos que un individuo compra unos pantalones para su uso personal, esta prenda deberá ser estrenada antes o después. Resulta paradógico que el el gran mundo del consumo no exista una palabra que haga referencia a este hecho... el de estrenar algo. No existe esa palabra, por tanto se anula la conciencia de haber consumido ese producto... una vez en casa forma parte del entorno, de la ropa en general y no en el hecho de haber gastado dinero por ellos, o mucho peor haberlos adquirido a crédito. Por tanto el cerebro del individuo es distraído con más palabras de las necesarias para describir este hecho: "uno se pone los pantalones por primera vez", que de palabras...!!! en lugar de un simple: "estrenar". Por tanto el efecto sobre el subconsciente es doble, la inexistencia de la propia palabra hace que no pienses en la compra realizada y la única forma para describir "estrenar" algo adquirido emplea las palabras necesarias para que la mente este demasiada ocupada procesándolas.

Siguiendo la linea de consumo pasamos a la segunda opción, esos pantalones han sido adquiridos para regalar a otra persona... el ejemplo perfecto de este hecho lo hemos padecido en recientes fechas. Tampoco existe la palabra "regalar" en la maravillosa lengua de Shakespeare, si existe el concepto, regalo, dar, comprar... el hecho de que alguien haya comprado un objeto con la intención de que otra persona lo disfrute. Es otra forma de alejar el concepto de compra, de gasto, de consumo, de deuda... simplemente se da, se adquiere algo pensando en otra persona. Volvemos a la verborrea anterior para describir un acto tan simple cómo "regalar": "le he comprado a Juanito estos pantalones", "le voy a dar a Pepito estos pantalones cómo regalo..." demasiadas palabras...

Quizá el óxido me impida pensar con claridad ahora que la frecuencia de publicaciones ha caído exponencialmente, quizás sólo esté paranoico... pero puede que no.

Para los que opinen lo primero aquí va una canción muy del gusto situacionista, para los que no opinen también.







Salud.
FB