20091201

Mi cita con María


Me costó poco levantarme a la mañana siguiente, en primer lugar porque no me visitó la cruda y tal vez también porque a las dos y media ya han desaparecido todos los efectos negativos que me raptaron a la cama la noche anterior. Antes de arroparme plácidamente, cómo nunca antes lo había hecho, apunté varias frases en el móvil... lo hago a menudo.
Pensé en el frío de vuelta a casa y cómo hacía temblar todo mi cuerpo de trapo, apreté el paso en el eterno camino hacía mi casa y conseguí entrar en calor. Intenté dejar de pensar en ese frío infernal pensando en las mil cosas que pienso al día, pero en ese momento yo sólo podía pensar en María...
Estaba a punto de marcharme del bar, a punto si... pero me puse mi chaqueta y me encontré mucho más cómodo. Empecé de nuevo a hablar con la gente, sin que la sonrisa pareciera querer abandonar mi rostro... no recuerdo de qué hablaba pero seguro que ella, mi sonrisa, se acordaba de María. Prolongué unos minutos más mi salida hacia las gélidas calles alcarreñas, sabía lo que me esperaba en realidad... quizá por eso apuré tanto.
María ha desaparecido, tampoco quiero saber de ella... en estos momentos sólo me pondría peor, fijado a este frío asiento de cemento con muy pocas ganas de ponerme de pie y disfrutar de la música. María llegó, sonreímos y al irse me dejó dolor... pero ya no podía verla...
Se vivieron momentos de tensión debido al monopolio que un grupo de exaltados punkis ejercían en el centro de la ya hacinada pista de baile. Yo intentaba mantener mi buen rollo, María me había dicho que volvía en un rato, disfrutaba de buena compañía y todavía recordaba el conciertazo de hacia un rato... a pesar de los comentarios de algunos parroquianos sobre el sonido.
Sonrío, no paro de hacerlo, María está conmigo y no paro de reírme... ya no hay dolor, solo sonrisas, cervezas pasando, cigarros apurados avisan a los dedos que también están embobados con ella. Esta María es única, he conocido otras... pero cómo esta, pocas.
De repente un grupo de dulzainas castellanas, acompañadas por un tambor, interrumpen a un Vj muy enojado. Se marcan unos sonidos de la tierra, todo el mundo esta alucinado... y yo más todavía, nunca había visto nada parecido. Aunque supongo que los más sorprendidos fueron los integrantes de la banda y acompañantes... de hecho lo estaban, y mucho... pasado el momento de gloria, recriminado por el de la cabina posteriormente con toda una serie de clásicos del rock, me acerqué a ellos para ver sus caras que ya lo decían todo... habían alucinado. Ni comiéndose tres tripis hubiesen experimentado algo tan espontaneo y psicodélico...
Termina el concierto y me acerco a la cabina "creo que no es el momento para poner mi disco después de lo visto y oído", me senté unos instantes para dejar descansar el maldito brazo. Pasados unos minutos Carlos, el de la eterna sonrisa, y Regi, su adorable novia, se acercaron a charlar con el que escribe (son dos grandes situacionistas, aunque no lo quieran reconocer) . Y después de tanto hablar me preguntaron si me apetecía conocer a María... Regi me acercó, lo que parecía un cigarro, y la cosa empezó a cambiar... los tres empezamos a sonreír y la noche cambió por completo. Reíamos hablando de lo buena que era María, y de otras cosas más que ya ni recuerdo ¿será por María?
En un momento de la conversación, de inspiración, Carlos y yo vislumbramos grandes fotografías, allá en el horizonte, más allá incluso de la barra fue... me acuerdo (esta vez no, María). Esas fotos tienen que hacerse si o si, y se las dedicaremos a la gran María.
El concierto me estaba gustando mucho, no paraba de repetirlo a todo el que se pusiera a tiro... aunque a mi brazo no tanto, era la segunda vez que salía oficialmente sin ataduras y las estrecheces del local favorecían roces y empujones con los que mi extremidad no estaba conforme. Pero yo seguía disfrutando del atronador y contundente sonido del grupo y no podía escuchar las quejas... cerveza, cigarro y mi cabeza cómo la de los perros de la parte trasera de los coches con clase... y vuelta a empezar: cigarro, cerveza, movimiento de cabeza (esto último era constante, aún entre las canciones... sería la inercia, que mala es la inercia...)
Pero el concierto terminó y, después de congratular a quién correspondía, mis oídos comenzaron a escuchar las persistentes quejas que mi brazo llevaba practicando desde hacía rato... ahora las oía perfectamente, aunque con un ligero y constante pitido en la lejanía de mi cerebro.
Ramón y yo llegamos prontito, aunque la prueba de sonido ya había terminado... perfecto!. Tiempo suficiente cómo para ir a comer algo y llegar al Ke Kaña para tomarse un par de cervezas antes de que empezasen Dinero, un grupo que empieza a echar el vuelo... y que además lo puede hacer muy alto. Cuando Triki vio que su garito comenzaba a llenarse dio luz verde para el comienzo del bolo, muy contundente por cierto. Dinero es un trío que suena cómo un sexteto, un gran sonido en definitiva... la noche empezaba bien.

Y para muestra... un vídeo, su vídeo.

Dinero (En invierno)




Que conste que no es su mejor su canción...

Besos y abrazos,

Facundo Bonilla.


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