20090531

ANUNCIO DEFINITIVO (Exámenes, la suerte esta echada)


Que amenas y agradables resultan las breves tertulias en los descansos de los decisivos exámenes que estos dos últimos fines de semana de mayo han tenido lugar como colofón a todo un intenso año de duro estudio y sacrificio, me refiero a los exámenes de acceso a la universidad para mayores de veinticinco años... en mi caso a través de la UNED.

Agradables lo primero porque el tiempo acompañaba y es que cuando el sol nos da alegría nada puede ir mal, por eso todo eran sonrisas entre examen y examen... lo que yo imagina un mar de nerviosismo cigarro en boca maltratando los apuntes en busca de ese dato que justo se olvido; de pronto se transformó en bromas y caladas de placer, miradas de complicidad, carentes de preocupaciones, alegría por doquier...

Se escuchaban historias de lo más insólitas; alguien comentaba la facilidad para copiar que estaban encontrando aquí y allá... yo no daba crédito. Hablo de tácticas de la "vieja escuela", muy lejos del tristemente utilizado copy-paste por nuestros escolares actuales. La ya casi olvidada chuleta, el cambiazo, incluso el traspaso de papeles (que no la pérdida, eso es otra cosa... casualmente los papeles suelen perderlos los que no han tocado un libro en su vida). Pero la historia más increíble de todas, la más fascinante, la que no termino de creer, hablaba de algo que nunca escuché... 

Esta historia, que como veis merece un párrafo aparte, comenzaba con la descripción del típico profesor tocapelotas, de esos que están ahí para joder. El anónimo narrador continuó con behemencia su relato, esta vez refiriéndose inevitablemente al alumno, un alumno algo especial. La historia no cuenta porque el profesor decidió poner a este alumno en la mesa del profesor, en un aula típicamente de colegio (es decir pequeña). Se generó un pequeño debate entre los que escuchaban con atención... llegado a este punto del relato, el narrador parecía enojado (quizá por la pérdida de protagonismo). Algunos decían que el profesor sabía que este alumno iba a copiar y aprovechó una pequeña "dificultad" física del mencionado colegial para desterrarlo a la mesa con más visibilidad de todo el aula. Otros decían que era solo por joder, y que solo se dio cuenta del "tema físico" una vez el alumno desplegó su metro ochenta y tres del pequeño pupitre donde donde se encontraba embutido y "lo tenía todo preparado..."
Conjeturas sin importancia en cualquier caso... 
El examen era de matemáticas, pequeño detalle que el narrador se guardó para el final... pícaro él... Sigamos con el de metro ochentaitantos y sus dificultades, ya no solo físicas... ahora tenia otra añadida: estaba en el punto más alto y más visible de toda la clase. Putada! Todos sus planes de copiar se esfumaban por completo... pero no tiró la toalla. Demasiados meses de hospital le habían enseñado a no hacerlo jamás, el primer paso... rellenar la hoja que le había sido dada para resolver unos ejercicios que le parecían jeroglíficos. De repente comprueba sobresaltado que hay no una, no dos ni tampoco tres... sino cuatro preguntas que puede resolver y lo mejor es que no tiene que mover ni el lápiz para hacerlo, es decir que eran tan fáciles que hasta él mismo podía resolverlos sorprendentemente ("ya tengo un cuatro puntos" pensó nuestro amigo).
Por si acaso y con una felicidad que inundaba todo su cuerpo (el contaba con un cero para este examen) siguió rellenando el cada vez más hacinado folio con incoherentes formulas inventadas; raíces cuadras imposibles, ecuaciones de ocho incógnitas, derivadas con función en el complemento directo... de esta forma fue pasando el tiempo hasta que el milagro sucedió (ahora viene lo más interesante, también fue en esta parte en la que el narrador quizá arriesgó demasiado alzando la voz en exceso, acompañándolo con aspavientos varios). 
De repente, otro alumno se levanta para entregar su examen... nuestro amigo sabe que que ese examen tenía muchas posibilidades de estar bien hecho (conocía a ese otro alumno de ante mano). Este, que posteriormente fue conocido como "el que se examina rápido" en un gesto de sangre fría sin precedentes preguntó al implacable profesor si también debía entregar la hoja en la que había realizado sus operaciones (el pícaro compañero ya sabía la respuesta). Al airado "no..." del remilgado docente, el alumno deposito de manera contundente su hoja de ejercicios... justo en la cara de nuestro amigo, justo por la cara en la que todas las respuestas del examen estaban enumeradas... una a una, de la primera a la décima. Cuentan que nuestro amigo, el que presidía la clase en la mesa del profesorado, tuvo una reacción interior parecida a las que tiene Mr. Bean cuando se encuentra en estado de nerviosismo... No sabía que hacer, ¿y si le cazaban? Por lo pronto... nuestro amigo comenzó a copiar entre sus absurdas operaciones todas las respuestas... después disimulando todo lo que su pasado trágico cómico le permitió fue rellenando las casillas del examen tipo test y lo entregó todo lo rápido que los nervios le permitieron... el resto ya es historia... esta historia vaya!!!

Más historias como "deleites de la lengua", "que historia con la historia" o "inglés para todos" pronto serán contadas...

Don Facundo!

y de postre:


2 comentarios:

  1. ...el protagonista de esta cómica historia (lo siento pero para mí lo es) me resulta familiar, no sé por qué, pero yo conozco a una persona (por cierto, muy encantadora) que hace ese tipo de travesuras.
    Le deseo suerte en los resultados de los exámenes don Facundo.
    Una admiradora anónima...

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  2. Por cierto!!! me encanta como escribes...

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