20090725

ATOCHA


Cabeza gacha, rostro sucio, ojos perdidos, una melena enmarañada que ya no recuerda cuando se perdió con su barba cana, semipoblada a la que gusta dar cariño con sus dedos hábiles... no tiene mascota, en Atocha no esta permitido.

Casi no recuerda el tiempo que lleva allí, prefiere olvidar las esporádicas visitas a los baños... y a sus espejos, esos espejos que que le reprochan cada día su locura. Pero él los contesta, a veces con vehemencia, que su decisión no fue meditada, que no se iría de allí sin lo que fue a buscar... prefiere seguir su vida allí, construyendo otra con los obreros de su imaginación. Recuerda perfectamente cómo los cimientos ya estaban bien armados mientras, tiempo atrás, se dirigía ilusionado a la estación. Ahora cada día pone unos cuantos ladrillos más a esa casa imaginaria de la cual ya no se puede desprender, será su refugio para siempre porque sabe que nadie aparecerá para compartirla.

Las temporadas son muy cambiantes, a veces se sumerge en una cómoda rutina... no crea problemas a unos guardias de seguridad a los que da pena, incluso le ayudan con algo de comida de vez en cuando pero muchas su orgullo la rechaza recordando épocas pasadas y sonríe...
Otras, se pierde en la enorme estación observando las caras de los viajeros dibujando en su cerebro retratos abstractos de los sentimientos de alegría de los que se encuentran y el contrario de los que no tienen más remedio que separarse... los sentimientos no cesan, cómo no cesa su cabeza de trabajar, así es cómo él lo describe... quizá para mantener su recuerdo lejos...

Arrastrando sus viejas zapatillas vaga de noche e intenta sujetar las lágrimas en los ojos cuando se da cuenta cómo el tiempo ha ido borrando esa foto que antaño veía tan clara. Se dirige al andén donde se iba a producir el encuentro, quiere castigarse un poco más... hoy ha entablado conversación con varias turistas holandesas y ha sonreído demasiado, piensa. En andén cinco, ese que procura evitar a diario, por el que a penas pasa, del que huye, del que se esconde... hoy, como algún otro día se dirige allí a pasar la noche, que será en vela, reconstruyendo ese puzzle idealizado que solo le arrancará desdicha. Tratará de dormir a la luz del día. Sabe que tardará varios en recuperarse, en volver a la actividad "normal"... pero ya sabe a lo que se enfrenta pues le ha pasado otras veces.

Aquella noche no peleó con las lágrimas, no intentó maquillar los recuerdos, ni manipular las circustancias que le habían llevado hasta allí... lo recordó con los dientes apretados y dos pequeños ríos que le limpiaron sus mejillas. Recordó las veces que se había imaginado en aquella situación entre risas, quizá tanto imaginarlo atrajo hacia él esta desgracia que en ocasiones le parecía eterna... las cosas se ven diferente cuando calmas la sed con tinto desde el cartón. Se culpaba a sí mismo por haber atraído esa desgracia, por no haber sabido medir las palabras, por no haber sabido controlar sus emociones... en ocasiones también mal interpretadas a su modo de pensar...

Llego la mañana, "una de tantas", y la rutina comienza a golpear de nuevo donde más duele... no vale de nada defenderse, hace tiempo que dejó de intentarlo... como pelele de trapo se deja zarandear por los crudos recuerdos que martirizan su alma y no hace nada para calmarlos, pero al mismo tiempo sabe que él mismo es el único que capaz de cambiarlo... pero no lo hace.


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