20090706

Su verano...


Su barbilla buscando el salitre q la brisa de la tarde acariciaba su cara, escuchaba unos vagos aullidos que, repitiendo su nombre, reclamaban su presencia una y otra vez. Las sombras se alargaban cada vez más mientras ella permanecía allí, quieta como una estatua, mirando al horizonte infinito como si el tiempo se hubiese detenido... disfrutando del espectáculo. Le gustaba hacerlo, pero esta vez era diferente, todas lo eran, pero aquella tarde unas lágrimas de nostalgia recorrieron sus mejillas sonrosadas recordándole quizá que aquel verano no duraría para siempre, aunque ella tuviese la impresión de que estaba allí desde hacía años, en una rutina cómoda y alegre de la que no tenía reproche alguno pero de la que si echaba algo en falta... quizá aquellas lágrimas representaban aquello que ella añoraba y que nunca habló con ninguno de sus amigos. Era un verano cargado de sonrisas y satisfacción, a ella misma le costaba recordar un tiempo tan fabuloso y lleno de gozo, rodeada de gente querida y regalando sonrisas que eran devueltas con la sinceridad de un niño.

Al poco rato, cuando sus amigos ya se dieron por vencidos ella se incorporó al grupo y como muchas otras veces celebraron la llegada de la noche con una enorme hoguera y cuando esta se hubo convertido en brasas llegaron los espetos de los nunca se cansaban. La cerveza regaba sus conversaciones amenas y a veces las triviales se tornaban en profundas y de calado ideológico. Muchas noches se parecían a esta pero ninguna era igual...

A veces ella no podía dormir, se despertaba en la noche templada y las olas mecían sus pensamientos como si de un delicado bebé se tratasen... no sabía la razón que que le oprimía el pecho, que no le permitía dormir, que le hacía llorar sin motivo aparente a pesar de la dicha que le rodeaba... pensaba pues con la banda sonora eterna que por las noche amplifica los sentidos del alma y no conseguía comprender cual era su pesar. Con la preciosa música siempre de fondo se tendía en la cama sin dejar de pensar en su vida, en su futuro... y le intentaba dar poca importancia al pasado... así se quedaba dormida muchas noches casi convertidas en día...

Pero cada mañana una preciosa sonrisa le despertaba y tomaba las riendas de su bello rostro en una mágica rutina que cualquier mortal mataría por ver a diario... ni ella misma es consciente de ello. Y esta placentera rutina diaria comenzaba de nuevo... sin agobios, sin estrés, sin preocupaciones... los malditos móviles casi siempre sin cobertura, una delicia vaya... a la playa de nuevo, el día comenzaba de nuevo...



La banda sonora perfecta....





Facundo Bonilla.


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