20090227

TREN DE CERCANÍAS Y GRITO DE GUERRA

Y de repente, me encuentro con Facundo en Atocha y nos ponemos a hablar de cosas sin importancia que nos parecen interesantes, después de todo y aunque no lo parezca, dos personas pueden mantener una conversación durante horas entremezclando temas, sonriendo a cada paso y aprovechando cada silencio para encontrar palabras eficaces.
Distribuyes tiempos, te involucras en la búsqueda de razonamientos espontáneos y originales, baila la risa y te distingue, rindes pleitesía a hechos concretos, a la vehemencia, a la lucidez, al reto fugaz de proponer una idea memorable o tan sólo decentemente correcta. La descripción detallada de un asunto imposible, la trémula imagen de tu reflexión se evapora con el ruido del tren, pero queda algo, surge la mueca cómplice, la palabra casi exacta que te ayuda a asentir, incluso piensas que puedes estar satisfecho. Reina la actitud cordial y la calma infinita dispuesta a reconocer causas, efectos y el resumen despiadado de toda una vida en varias frases inconexas llenas de un sentimiento pleno y etéreo, radical y oculto, digno de la noche y del encuentro casual.
Tras esto y como si nada, me viene a la memoria un grito de guerra robado que considero insuperable: “¡¡tañaum, tañaum, tañaum!!, ¡disparos de alegría!” (Carlos Faemino dixit), y con ello surge la risa sin disfraz o ese guiño a la seriedad de la vida, hablo de la sonrisa, germen de conocimiento, sonora bofetada a la estupidez y valiente plan de choque ante una realidad fea, ante la falta de escrúpulos o ante el desconcierto que puede surgir con el malhumor y la falta de educación, pues a veces se generaliza de forma preocupante esta sensación que tan bien propone Enrique Vila-Matas en su Dietario Voluble: “Es cansancio lo que me produce la búsqueda diaria de personas amables, educadas, con buen carácter. Cada día me siento más fatigado de todos esos seres que nos tratan tan mal. Es insoportable el malhumor general, la mala educación reinante. Cuanto más avanzamos en el estado del bienestar, más horrible y malhumorada se vuelve la gente. Tal vez es consecuencia de que ese bienestar lo estamos alcanzando por medio de luchas encarnizadas. Lo cierto es que el buen carácter es, de todas las cualidades morales, la que más necesita nuestro mundo, y seguramente el buen carácter es consecuencia de la tranquilidad y no de progresos bestiales”.
Poco queda que añadir, Vila-Matas, escritor catalán, es posiblemente el escritor al que más envidio y que más admiración me despierta en la actualidad.
Ricardo hace la cama a Facundo a su manera y ya no va de cacería por si las moscas.
Saludos, R.P.

1 comentario:

  1. Me alegro mucho de que por fin te hayas decidido a escribir y a compartir con el resto de los mortales tus escritos y todo lo que te apetezca. Que sepas que ya he hecho publicidad de tu participación en el blog que tu eres tan modesto y tan “así” que seguro que sólo se lo dices a cuatro gatos…
    Miles de besos

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